Es difícil, imposible, diría yo,
poder plasmar los sentimientos
de vuestro dolor,
en los versos
de un poeta incierto.
No alcanzan las rimas
en las estrofas,
ni tan siquiera existe la prosa
que con sus palabras
pueda hablar
de las heridas
de vuestras almas,
de cómo es el desgarro
de un corazón.
Existe una gran grieta
donde la cordura se quiebra,
y la locura avanza firme,
segura.
Entre escombros,
cemento y piedras,
vuestros seres queridos,
yacen.
Y esas moradas
donde existían
alegres miradas,
están ahora destruidas
y la hiedra de sus jardines,
cubierta de polvo,
ya no treparán por sus paredes.
En tan sólo unos segundos,
el caos y la desolación,
vuestras calles,
vuestro pueblo,
asoló.
Quejidos,
ayes y gritos,
desde la tierra
esparcían su eco
hacia todos los rincones.
La lluvia de las explosiones se recuerda,
con miedo, con terror.
Unos quietos,
inmóviles
ante la sorpresa,
reflejada en vuestras caras.
La mente castigada,
de manera brutal
sin poder asimilar
lo que os sucedía.
Otros en carrera loca
sin saber siquiera,
hacia donde vuestros pasos
encaminar,
el instinto os hablaba
de que os teníais que salvar.
Lorca,
bello pueblo,
la naturaleza os despoja
de todo aquello
que tanto amabais.
Mirad a vuestro alrededor,
la solidaridad atrapó una nube
y sobre vosotros lloró su lluvia
se convirtió en fuerza y ayuda,
también en esperanza.
Se reconstruirá vuestra ciudad.
Y el poeta que hoy os escribe
desde su corazón
¡también se alegrará!
Susurros que se convierten en roces que se deslizan hacia todo aquel que los desee oir. Voces que se arrastran profundas y se transforman en gritos ahogándose en la rabia e impotencia del que nada puede cambiar. Juntos cabalgan hacia la lejanía de un horizonte sin fin.
Mostrando entradas con la etiqueta Poemario "Inquietudes". Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Poemario "Inquietudes". Mostrar todas las entradas
jueves, 3 de noviembre de 2011
jueves, 10 de febrero de 2011
LA MASCARA DE MI SOLEDAD

En la oscura sombra
alargada,
casi infinita
que sobre mí se cierne
En esa grieta
sombría,
quieta,
oculto mi gran secreto
Este amor profundo,
desmedido y sin fin,
que ahora sepulto
Desgarro mis pensamientos
en hilos invisibles
donde dolor y sufrimiento
ya no son posibles
Las rocas del olvido,
ese tiempo sin sonidos,
indiferente y frío,
yacen ante mí
En la oscura piedra
se dibuja
como por arte de magia,
la máscara de mi soledad
Mi piel se funde
y esa capa dura y prieta
ahora lleva mi cara
que en ella se hunde
Guardián de sueños locos
vigía de un amor que naufraga
así mis ojos ya no te verán
Ya puedo alzar mi mano
en un adiós sin retorno
ni vuelta atrás.
domingo, 15 de agosto de 2010
MALDIGO

Maldigo aquella noche
la primera
y todas las demás
en las que te veía sigiloso entrar
en aquella habitación
donde estaba mi hija
siendo yo tu compañera.
Princesa callada y triste
nunca supe leer tus labios
apretados
ni interpretar tus gestos
cansados
Es caprichosa chiquilla
no la supe educar
quizás es la pubertad
que en sus ojos brilla
cuando veía una lágrima resbalar
por tus mejillas.
Razón y locura cabalgaron juntas
estrecharon sus lazos
y se fundieron en la delgada línea
que las separaba
de ese abismo de horror
donde habitaba tu corazón.
Y se atrevió a mancillar
ese pequeño cuerpo
convirtiéndolo en un lodazal
de sentimientos
Tu mirada a hurtadillas
con la cara enrojeciendo
tus arcadas matutinas
no eran caprichos de niña
porque estabas envejeciendo.
Mi alma quiero romper en jirones
para poder vestir tu piel
y sanar tus heridas
aunque se me vaya la vida
merezco beber esta hiel
por no haberte comprendido
por haber creído en él.
martes, 6 de julio de 2010
TRISTEZA

Rota la tierra
resquebrajada,
árboles caídos,
maleza
que todo lo atrapa.
Enseres abandonados,
muebles raídos,
apilados en un rincón,
atrapados en el tiempo
de ausencias.
Un todo que el viento
arrastra
junto con las hojas
desprendidas
de un otoño que viene
y sin embargo
nada cambia…
Huellas de pasos,
tímidos,
flor aplastada.
Y un olor que se esparce
de primaveras pasadas,
por todas partes.
Un árbol con dos raíces,
una más corta,
la otra más larga.
Y dos ramas rotas.
Cerrada la verja
y también la puerta.
Cortinas echadas,
deshilachadas.
Una silla vieja.
Una mujer de negro
vestida,
con ojos hundidos,
abatida
y falta de sueño,
viene a recibirme.
Las lágrimas se funden
y queman,
junto con los abrazos.
¡Qué frío siento!
¡Y qué triste es venir aquí
sin ellos y casi sin ti!
¡madre!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)