lunes, 31 de agosto de 2009

EL TIEMPO




Me dejaste partir
desolada
con el corazón angustiado
por la incertidumbre
que habitaba en mí
torturada
en lo más profundo
echando raíces
que me ahogaron
en la duda loca que no perdona.

Mientras tú,
callado y triste
agarrado al silencio
de tus pensamientos
sin palabras
ni momentos
detuviste al tiempo
que se quedó contigo
siendo él y no yo,
¡tu verdadero amigo!

Quiero hacer una llamada
a esa ternura tuya
de aquellos besos compartidos
que me robaron el alma
golpeándome sus latidos
y acunándome en el cielo
de sus abrazos
para que sea esa la fuerza
que arroje el muro
de tu dolor
y no tenga que marcharse
¡ninguno de los dos!

Amor es la palabra
que me aprisiona
que no sabe de distancias
ni conoce de razones
ni se alimenta de orgullo
ni de rencores
que sólo es capaz de vivir
de ilusiones
recordando todas las horas
de ese amor tuyo
apasionado y sincero
donde me quemé
en su fuego.

Mudo testigo ahora
de malentendidos
y amargura
esperando anhelante
una decisión
fundiéndose mientras tanto
en la locura
de los por qués
buscando ya la puerta
y las llaves
componiendo la clave
para no abrirla nunca jamás
¡a nadie!